En un momento donde son necesarias más que nunca la serenidad y la estabilidad para estimular el progreso de millones de personas que compartimos un territorio, es bueno recordar los datos históricos contrastados y no dejar que las lecturas interesadas de lo que aconteció, justifiquen actitudes que fomentan emociones negativas. El rencor es un sentimiento que genera amargura. Es malo ensimismo, pero se convierte además en ridículo cuando trata de recordar agravios que nunca existieron. Ya hay bastantes agravios en la historia de la humanidad para que además nos inventemos otros que nunca ocurrieron.
Con todo cariño, a mis socios catalanes. Juntos demostramos cada día que la unión, el trabajo en equipo, la visión global, el diálogo sincero y el esfuerzo conjunto, hacen a los seres humanos llegar lejos. El odio, la venganza, la exclusión, la búsqueda del enemigo en “el otro“ para justificar los propios fracasos, solo traen desgracia y frustración.