Creer que España es mejor y más fuerte unida que desmembrada, que el gasto en estructuras políticas que no aportan valor es excesivo, que la sanidad, la justicia y la seguridad deben ser iguales en derechos y obligaciones para todos los españoles, no es ser un centralista peligroso que no entiende los beneficios de reconocer y admirar la diversidad cultural y los beneficios de la descentralización administrativa.
Querer que los delincuentes que sigan suponiendo un peligro para la sociedad no salgan de la carcel, no es ser una persona sin empatía que no cree en la reinserción y que no muestra sensibilidad hacia las personas que han errado su camino y que no quiere darle oportunidades a quienes las merecen.
Querer que las mujeres sean tratadas igual que los hombres ante la ley no significa no reconocer que dada la desigualdad física y el machismo imperante en ciertas culturas o estratos de la sociedad no haya que protegerlas especialmente en todas las situaciones en las que sea necesario sin escatimar recursos. Pero eso no implica aceptar que el hombre sea culpable por defecto.
Qieeer que haya orden en las calles, que se respeten los símbolos y las instituciones del Estado como la bandera, el himno, el ejército, la justicia y SM el Rey, no significa ser un monarquico absolutista defensor de la Inquisición.
Admirar la historia de España e identificarse con muchas de sus hazañas bélicas y culturales, no es ser un nostálgico imperialista que añora tener a los indios esclavizados.
Querer que la educación y el idioma no sean una herramienta para generar odio entre los españoles no es ser un tirano que niegue las hechos culturales de cada territorio de España.
Querer que la inmigración se organice y se regule para que beneficie a España y a los inmigrantes, no es ser xenófobo, es ser realista y tener sentido común.
Me gustaría saber, de las ideas expresadas arriba, con cuales no están de acuerdo aquellos de mis amigos y conocidos que se resisten a aceptar a VOX sin prejuicios, simplemente como un partido de orden que se ha limitado a devolvernos la voz a los que estábamos marginados, ignorados y silenciados por un PP acomplejado, compitiendo con el PSOE por ver quién es más socialdemócrata y más progre.
Votar a VOX no implica ser machista, ni xenófobo, ni nacionalista español, ni ultracatolico.
Significa creer en ciertos valores y principios, decirlo, no ser pusilánime al defenderlos, asumir los riesgos de actuar en lugar de contemplar plácidamente cómo todos los valores de la civilización europea, grecorromana y judeocristiana en su origen filosófico y liberal en lo económico, son disueltos por el ácido del infantilismo, el pensamiento Alicia y los retazos de un marxismo-leninismo que se resiste a aceptar su derrota, que está escrita con tinta indeleble en cada una de las piedras del muro de Berlín. Tinta que es sangre de los asesinados que trataron sin éxito de salir del paraíso comunista.
Es luchar con determinación contra el virus que infecta a millones de walking dead de la política. Son los vivos que se alimentan de las victimas del comunismo. Caminan ansiosos sin más plan que devorar, contaminar, destruir. Solo sirven para eso. Y la humanidad que aspira a resistir para que el mundo vuelva a la normalidad debe recurrir a las fuerzas que están dispuestas a luchar con valor, sin medias tintas y hasta la extenuación, por la libertad.
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